El baile de los congos es quizás la manifestación más auténtica que queda de la etapa de esclavitud colonial. Mujeres y hombres sometidos, nunca perdieron el sentido de la vida y el gusto por celebrarla. Ver a un Diablo o al Congo bailando es presenciar a un espíritu libre que entra en contacto con sus ancestros, dándoles vida y movimiento.
El encuentro de culturas, la negra, la indígena y la colonial, forjó el sincretismo religioso que vibra cada domingo y en especial el 21 de octubre en Portobelo. Ese día, Portobelo recibe más de 160.000 personas que se dan cita para venerar al Cristo negro, con la cruz a cuestas. Milagrero, sufriente y vestido de morado, atrae la devoción de los más variados orígenes. Artistas de salsa, doctores, maestros, empresarios y hasta ex presidiarios peregrinan año tras año en busca de su misericordia, perdón y milagros.